domingo, 16 de octubre de 2011

La Legislatura provincial aprobó quitar placa homenaje a la Campaña del Desierto




Posadas. 15 de octubre de 2011 (Revista Superficie) - Una semana después de que revista superficie publicara una nota repudiando enérgicamente la permanencia de una placa homenaje a la "Campaña del desierto", colocada en 1979 durante la última dictadura cívico-militar; la Cámara de Representantes de la provincia de Misiones aprobó por unanimidad un Proyecto de Comunicación que solicita la quita del bronce, adherido al Monumento a la Libertad, en la Plaza 9 de Julio de Posadas. La presentación fue realizada por el diputado Hugo Passalacqua en la sesión del jueves 13 de octubre.

Con motivo del 517º aniversario del inicio de la genocida conquista de América, esta semana también se había realizado la intervención urbana "Arroje la primera Roca", que consistió en la señalización de la placa en cuestión, por medio de un cartel que rezaba "Placas que celebran genocidios". Y en un juego de "tiro al blanco" sobre una silueta humana con el rostro de Julio Argentino Roca.

Memorias ofensivas

La iniciativa de quitar la placa del principal paseo público de Misiones constituye un necesario y valioso acto de reparación simbólica histórica, en respeto a la memoria de las miles de víctimas de la Campaña del Desierto.

Pero aún quedan muchas deudas pendientes, históricas y actuales.

Bartolomé Mitre fue uno de los responsables de la Guerra de la Triple Alianza, infame episodio en la historia de Nuestra América. Lleva su nombre -tan sombrío como el de Roca- la avenida que recibe a nuestros hermanos del Paraguay, tras el cruce del puente internacional "San Roque González de Santa Cruz".

Esa "cruzada civilizatoria" significó el exterminio del 99 por ciento de la población masculina mayor de 10 años y del 77 % de las mujeres del país. Del 1.300.000 habitantes con que contaba el país antes de la guerra, apenas 200.000 quedaron en pie, y de ellos muy pocos adultos y aptos.

Es otra muestra nefasta de memorias oficiales que legitiman genocidios, exhaltan asesinos, y ofenden a pueblos hermanos, históricamente saqueados y avasallados.

¿Y hoy?

La historia argentina constituye una encendida espiral de genocidios y atropellos, que llega hasta nuestros días.

La provincia de Misiones, cuyo territorio fue apropiado a Paraguay tras la guerra de la triple infamia, es ejemplo paradigmático.

A 517 años de la Conquista de América, el pueblo Mbya Guaraní, ancestral dueño de estos territorios, permanece sumido en una marginación etnocida.

Apenas tres Comunidades, de las cerca de 100 asentadas en el territorio provincial, tienen regularizada la tenencia de las tierras que ocupan.

La extracción de monte nativo crece al ritmo del monocultivo de pino. El modelo forestal, promovido por los gobiernos provincial y nacional, expulsa a poblaciones indígenas y campesinas hacia los cordones indigentes de las ciudades. También contamina, enferma y mata los cuerpos y el ambiente con agrotóxicos.

Al mismo tiempo, el modelo energético actual, centrado en las hidroeléctricas, viene significando expulsión compulsiva de miles de familias, desaparición de pueblos enteros, aparición de peligrosas enfermedades vectoriales, e irreversibles impactos al medio ambiente. Pese a la experiencia desastrosa de Yacyretá, en la actualidad avanzan nuevos proyectos inconsultos de megarepresas.

¿Qué hay de estos otros genocidios y ecocidios?

Están ocurriendo hoy.

¿Recordarán los bronces de mañana a sus víctimas?



Sebastián Korol
Co-director de Revista Superficie

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