viernes, 2 de noviembre de 2007

Dos suicidios


Por Fuente: Agencia Pelota de Trapo - Monday, Oct. 01, 2007 at 1:16 AM

27/09/07

Por Alberto Morlachetti

(APe).- Vivían con su corazón hinchado de desgracias, tanto lugar como tendrían para las bellas aventuras, escribía Gelman. Pero esas nunca vendrán y dos pibes no quisieron saberse más. La aldea Fortín Mbororé se encuentra cerquita de Puerto Iguazú y anda de alarmas porque hace pocos días hubo dos suicidios y otros tantos intentos. El primero ocurrió el lunes 17 de la semana pasada, cuando Víctor Moreyra (17 años), sobrino del cacique, se quitó la vida colgándose de una sábana. El segundo fue el de Julio Martínez (15 años), quien el viernes 22 después de la celebración por el nuevo año mbya-guaraní, decidió poner fin a sus días.

Un rumor, como venido del fondo de la historia, los dibuja en un retrato antiguo. Son guaraníes, es decir, un pueblo para el que hace siglos, todo lo que existía entre el cielo y la tierra, solía ser cosa de hoja simple o de transcurrir de agua. Quizá el conflicto más grande que pudieran tener con la luminosa tierra misionera, es que las mujeres le disputaran al paisaje, la perfección de sus trenzas. Belleza y mitología eran su gloria y sólo los niños robados por el Yasí-Yateré, una de las deidades más temidas, podían enfermar seriamente.

Hoy, sin embargo, sobreviven en la oscuridad, acechados por el hambre, muy lejos ya de su fresco paraíso. Aún sin renunciar a la larga historia aprendida entre generaciones, la caída de sus viejas creencias parece inexorable. Dicen que en las comunidades de Takuapí, Posito, Ka'a Cupé, Leoni Potý, Ñamandú, Kaagy Porá e Ita Potý, el 58% de los niños padece de algún grado de desnutrición. Ahora los temidos no son más que personajes seculares, ajenos a ese cielo suyo, enredado de enigmas y raíces. Ahora amanecen la muerte, las cenizas, las agrietadas frentes de las ruinas.

En un informe -realizado por Teresa Celina Kuhn- manifiesta que las condiciones sanitarias son penosas y en general, los tratamientos no se completan. Atrás quedaron los tiempos en que los niños dormían entre un respiro de menta y otro de mejorana. Los efectores de salud ven desfilar los casos de tuberculosis, neumonías y otros males que la miseria prodiga en el cuerpo de esos chicos sombríos y callados, que parecen haber nacido sabiendo lo que los otros nunca saben.

La hermosa tierra misionera, la de las ceremonias del origen, se está quedando sin sus hijos. La leche escasea en la doble luna del pecho y esas madres que temprano, descubren su rebose de vida: “El promedio de la edad del primer embarazo está en los 17 años”. Cuentan que “la mortalidad perinatal es otro flagelo latente”. A casi el 40% se les murió más de un hijo en el vientre -a punto de nacer- o en el despertar de los retoños.

La discriminación transforma en insensible la mirada de la mayoría. Crea una diferencia y pone el acento sobre un descarrío. Prepara la persecución y la muerte sobre un pueblo que amó entrañablemente a sus hijos. Nietzsche -siempre controvertido- manifestaba que el Estado es el lugar donde el lento suicidio de todos se llama vida.

Fuente de datos:
Diario El Territorio - Misiones 25-09-07

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