sábado, 18 de abril de 2009
NO NECESITA TÍTULO
Cuantos puede tener el chiquito de esta foto? ¿Dos? ¿Tres años? Vive aquí nomás, cerca
de nosotros. En el Yryapú. Ahora bien, los que estamos en esto, que trabajamos todos
los días, que creemos que hemos visto todo, que somos los ‘superados’, nos encontramos
de golpe, un lunes como el de ayer, con una realidad que nos supera y nos da, una vez
más, una bofetada que nos deja en estado de shock…
Por supuesto, este chiquito, el de la foto de ayer, lunes, no tendrá jamás un futuro. No
tiene médicos que lo asistan, ni techo digno que lo ampare. Come de vez en cuando,
vive rodeado de cucarachas que “caminan sobre sus heridas cuando duerme” (dicho por
el padre). Jamás, ni mucho menos, podrá concurrir a un psiquiatra que lo medique para
olvidar sus terribles fantasmas internos; jamás conocerá las letras; Internet está a años
luz de distancia de su cruda realidad y, particularmente, en mi interior, nunca podrésacarme de mi cabeza su mirada en vivo y en directo, porque soy el “privilegiado” autor
de la foto.
Como notarán, esta carta, que no es una gacetilla de prensa ni un comunicado, es sólo
eso, una carta personal, dirigida a algunas de las personas que trabajan en la institución
que nos ampara, y a gente de extramuros, que nada tienen que ver con la APN o con
Araucaria. Gente, que por algún motivo incluí en la lista. Personas que tiene para mí un
altísimo aprecio, otras que comparten los mismos ideales y objetivos, y otros - en el
mismo destinatario -, que no tienen el menor compromiso con nadie, porque ni siquiera
lo tienen consigo mismo. Pero eso: que me quieran, me estimen, me aprecien, o que no
me cuenten en sus listas de amigos, me tiene sin cuidado, porque ese NO es el asunto.
De esta manera, a esta lista de destinatarios, que, como dije no es arbitraria, y a cada
uno de ustedes que la componen, le propongo realizar aquel balance en donde todos los
profundos sentimientos humanos; todas las intrigas palaciegas y roscas; todas las
mentiras en nombre de las divisiones por la obtención del poder, y en especial, todas las
ridículas e inmaduras complicaciones domésticas o cotidianas, que tanto tiempo nos
roban en el trabajo de campo; todo esto, digo, se desploma frente a la mirada de este
niño, que le tocó en gracia nacer en una aldea guaraní. Donde la leishmaniasis y la
sarna, la tuberculosis y la desnutrición, bailan su danza macabra.Ahora bien, cada uno siga con lo suyo. Cada quién, desde su propia realidad, podrá
parametrar, como mínimo, qué es lo que tiene y o qué es lo que le falta. Qué es capaz
de dar, o cual es su misérrimo límite ¿Por cuáles estupideces y egoísmos nos quejamos o
nos peleamos a diario? Muchos de nosotros, entonces, tendremos que callarnos la boca,
porque cualquier palabra sonará como un insulto a la dignidad humana. ¿Golpe bajo?...
No, más bien, diría: golpe moral.
Un saludo:
Carlos Garay
Puerto Iguazú, 14/04/09
DNI: 13111182
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