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El valor de la selva. Biodiversidad y Extinción.
La importancia de la selva es triple: contiene un valor paisajístico, cultural, pero por sobre todo, genético: se calcula que en la provincia de Misiones, "redondeando números", se encontraría casi la mitad de las especies de mamíferos, aves, reptiles y anfibios de la República Argentina. Nuestro país, hasta el año 1998, tenía 976 especies de aves registradas, ocupando el rango 16 en el planeta (Colombia es primera, con 1.695), y de ellas, 41 especies se hallaban amenazadas (rango 15). Sin embargo, la Asociación Ornitológica del Plata ha lanzado el alerta: hoy son aproximadamente 80.
De esas 976 especies de aves de Argentina, más de la mitad (56 %) se halla en la selva paranaense: 548 especies y subespecies.
De las especies de peces conocidas en la Argentina (410), el 54 % se desarrollan en los ríos de Misiones: 222 especies. Aunque la amenaza que pesa sobre ellas no tiene que ver exactamente con la deforestación del bosque nativo, tiene que ver con la política de devastación de los cursos naturales de agua, a través de la construcción de represas, la rectificación de los ríos, la construcción de canales, la falta de control sobre la pesca indiscriminada, la introducción de especies exóticas, y el vertido de sustancias contaminantes industriales, especialmente las papeleras.
Además (aunque creemos que estos datos podrían ser obsoletos), la selva alberga 49 especies de anfibios, 75 de reptiles, y un número no determinado de invertebrados.
En cuanto a mamíferos, nuestro país tiene alrededor de 320 especies registradas. Es el duodécimo en importancia en el planeta (México es primero, con 450). De estas 320 especies, un importante número también habita las selvas de la provincia: 116 especies y entre ellas, algunas muy emblemáticas, como las de primates, grandes felinos y grandes herbívoros.
Sólo en Misiones pueden desaparecer: el yaguareté, el pato serrucho, el zorro vinagre, la harpía, el lobo gargantilla, el tirica, el margay, el mono carayá, el macuco, el yacaré ñato, el lobito de río, el oso hormiguero, el oso melero, la rana mono, la rana zancuda, el yacupoi y la yacutinga, distintos tipos de loros, el tucán toco, el caburé, el surucuá amarillo, el yacutoro, el arañero, el tangará, el batará, el yacy-yateré grande, el loro vinoso, la pava de monte, y muchos más, además de unas treinta especies más en lista de espera para entrar en la categoría de "peligro de extinción".
Flora misionera. Algunos datos
La diversidad de especies vegetales es quizás más desconocida e increíble. A esto se agrega la dificultad para reconocer a las epífitas. Por ello y otros factores, no se puede afirmar con certeza cuántas especies existen.
Las epífitas suman 28.000 tipos entre todos los bosques tropicales húmedos del mundo, de los cuales 15.000 son de Centro y Sud América. Las epífitas (bromieláceas, orquídeas, cactus arbóreos, líquenes, musgos y helechos) son plantas que crecen y se desarrollan sobre otras plantas, a partir de pequeñas semillas transportadas por el aire, por animales o insectos. Estas semillas se insertan y apegan a hojas o intersticios de troncos de árboles.
La característica principal de la selva es la multiplicidad de estratos de vegetación, encontrando en el primer nivel al Estrato de los Emergentes, integrados por árboles de gran porte, que con alturas de hasta 30 metros (aunque algunos, como el palo rosa, llegan a los 42 metros). "Emergen" a modo de islas por sobre una capa continua de follaje, formada por árboles de entre 10 y 20 metros de altura; este estrato de vegetación continua es el Estrato del Dosel y constituye el segundo nivel.
El Estrato Intermedio -tercer nivel- está formado por árboles menores, de 3 a 10 metros de altura, en donde al amparo de los rayos solares crecen entre otros los Helechos arborescentes o Chachi (Alsophila Atrovirens) que alcanza una altura de entre 4 o 5 metros. Por debajo de éste encontramos el estrato arbustivo o sotobosque, donde predominan los renuevos arbóreos y una multitud de helechos y arbustos diversos. Sin embargo muchas veces el sotobosque aparece dominado por las bambuceas, que forman intrincados cañaverales impenetrables de hasta 15 metros de altura.
La última capa de vegetación la constituyen el Estrato Herbáceo, dominado por un tipo de vegetación umbrófila, como las gramíneas de hojas anchas, los pequeños Helechos y hierbas no leñosas, como las Begonias.
Las bromelias, orquídeas y enredaderas, con sus flores de variados colores, le confieren a esta selva un marco inigualable. Otros creen conveniente dividir a los estratos de la selva en seis: Estrato herbáceo, Estrato arbustivo, Estrato intermedio, Estrato de los árboles medianos, estrato de los árboles grandes, Estrato de los Emergentes o Gigantes.
La selva, sin embargo, presenta otras dos particularidades casi contradictorias entre sí. La fabulosa capacidad de dispersión de semillas y de la polinización hace que ejemplares de una misma especie se encuentren totalmente distanciados. En una hectárea de selva pueden llegar a registrarse uno o dos ejemplares de una especie.
Pero a su vez, la selva puede dividirse por distritos: el de selva mixta de laurel y guatambú o, por ejemplo, el de las araucarias: a 20 km. de Yaguaroundí, en el poblado de San Pedro, el pino paraná (Araucaria angustifolia) es omnipresente.
En términos generales se puede decir que la selva se estructura en tres pisos de vegetación, aunque los especialistas hablan de seis, siendo en el último, en que los árboles oscilan entre 40 y 42 metros de altura, como el caso del palo rosa o el pino paraná.
¿Qué es el Corredor Verde?
Se denomina así al cordón de Selva Paranaense que atraviesa el territorio de Misiones y que se intenta proteger por su importancia biológica y genética. La diversidad de especies vegetales y animales lo convierte en el ambiente natural más importante del país.
¿Cuáles son las amenazas más graves?
En principio, y a nuestro criterio, la deforestación de la selva de Misiones es gravísima. La acción de tala está descontrolada, e involucra tanto a grandes empresas, aserraderos y en menor medida, a campesinos. El control gubernativo está lejos de satisfacer los parámetros requeridos, y además de ser ineficaz, ni siquiera resulta intimidatorio.
En segundo lugar, la caza furtiva. Esta pone a una serie de especies a punto de la desaparición. El mercado negro de especies mueve en el mundo una suma de dinero que se ubica sólo por detrás del narcotráfico y el tráfico de armas. Y las regiones de mayor biodiversidad en el planeta son las que más presionadas se hallan.
Como tercer punto, el uso de fertilizantes, el agotamiento de la tierra con monocultivos, la pobreza endémica que no da mucho margen a los campesinos a la protección de la selva.
Perspectivas Inciertas
Comienza a darse, lentamente, un movimiento de protección de la selva. Las Organizaciones no Gubernamentales (O.N.G) intervienen cada vez más activamente y los municipios comienzan a crear sus propias áreas protegidas, ciudadanos interesados en la conservación deciden declarar sus tierras como reservas privadas.
Pero nos detenemos en la Ley del Corredor Verde, ley provincial que pretende proteger la diagonal de selva que cruza Misiones dándole un status de área de desarrollo sustentable o de usos múltiples. Creemos que esta ley no ha sido reglamentada correctamente. Además, no existe una ley nacional, ni una acción planamente coordinada entre quienes quieren hacer algo por la selva, una decisión firme para frenar la caza furtiva, la tala indiscriminada, para integrar a los pobladores al proyecto, y para salvar a las culturas indígenas, que tienen gran conocimiento de la selva.
Salvar, o al menos trabajar por esta selva, último pulmón del país, significa dar contrapuestos. Significa conservar un último reservorio genético y medicinal para las enfermedades que existen y existirán, significa evitar que nuestros hijos reciban una tierra que no merecen recibir, devastada, humillada. Significa asegurar la casa de sus dueños, los seres vivos en general, ya sean animales u hombres: la naturaleza no hará distingos cuando quiera hacer justicia.
El Proyecto del "Corredor Verde", o "Área Sustentable de Usos Múltiples", que pretende crear un corredor biológico que enlace las diferentes áreas naturales de la Provincia de Misiones sin olvidar las premisas de la producción sustentable, es hoy por hoy una de las ideas más avanzadas en materia de conservación de recursos naturales que existen en el planeta, comparable a cualquiera de los mejores proyectos de conservación diagramados por los países centrales.
Muestra de esto es el interés que ha mostrado nada menos que la WWF, los medios de comunicación norteamericanos, las instituciones de conservación en la Argentina, y el prestigio que a nivel internacional han tenido los gestores de esta idea.
Jurídicamente el proyecto se plasmó en 1999, al sancionarse la Ley Provincial 3631, a pesar que luego su decreto reglamentario la desvirtuó en parte, y que hoy no existen fondos para su implementación, dados los desfasajes económicos nacionales y provinciales.
De todos modos, casi todo lo hecho hasta ahora en la Provincia de Misiones no se ha logrado en base a grandes mecenazgos, sino por efecto del ingenio, el voluntarismo y sobre todo, el amor por la naturaleza de un puñado de "locos" (algunos, particulares, ONGs, y algunos funcionarios). Sin embargo, otra cosa es cierta: la selva paranaense misionera va camino a la destrucción, incluso en las propias áreas protegidas. Para esto justamente se sancionó la Ley del Corredor Verde. Por esto, también, es que no se cumple. A falta de voluntad política para aplicar la ley (cuya implementación es factible) debe reforzarse el voluntarismo y la exigencia de proteger la selva, fuente inmensa de vida, regocijo y alternativas económicas. Es posible, y todos luchamos para ello.
Martín González
Reserva Privada Yaguaroundí
Misiones, Argentina.
MISIONES debe tomar conciencia de su situación ambiental y asumir la responsabilidad de cuidarla. Entre los problemas más relevantes se ubican:
-la reducción de la superficie de bosques nativos en un 60% para dar lugar a la agricultura, la reforestación con especies exóticas, la sobre-explotación a los asentamientos humanos;
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-el deficiente uso del suelo, con una excesiva explotación productiva o abandono desaprensivo (“capueras”) quedando a expensas de la erosión; -la desaparición progresiva de la fauna, que debido a la tala de la selva está perdiendo su hábitat natural, con la contaminación del agua y su caza indiscriminada se va extinguiendo rápidamente. La selva subtropical amén de haber ofrendado valiosos recursos regula anualmente unos cuatrocientos millones de metros cúbicos de agua, asegurando la productividad de unos vastos enclaves agrícolas. Se trata de nuestros bancos genéticos de mayor importancia. Según los últimos datos disponibles, el sector forestal representa casi el 15% del PBI (Producto Bruto Interno) y el 50% de las exportaciones dando trabajo en forma directa e indirecta a cien mil personas. Los argentinos pagamos estos favores con destrucción. Apenas sobrevive una tercera parte de la selva misionera, y de no ceder a la deforestación en 20 años más será sólo un recuerdo. Por ello debemos pasar a un aprovechamiento sostenido de los recursos selváticos, que respete los ciclos de reposición natural. De lo contrario, habremos terminado de destruir nuestro tesoro más valioso. |